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Classiques Garnier

Los discursos de fidelidad de Sicilia a Felipe V Comunicación política en tiempos de guerra entre dinastías y gobierno extraordinario

  • Publication type: Article from a collective work
  • Collective work: Séditions et Révoltes dans la réflexion politique de l’Europe moderne
  • Author: Torres Arce (Marina)
  • Abstract: Ce travail met en lumière le fonctionnement des discours que la ville de Palerme composa pour proclamer la loyauté des sujets siciliens au roi Bourbon non seulement comme des instruments de propagande mais aussi comme des canaux de communication politique du royaume avec la Monarchie espagnole et des vecteurs essentiels de l’expression des valeurs, des principes politiques et de la perception que leurs promoteurs avaient de la situation politique toute particulière de ce début du xviiie siècle.
  • Pages: 63 to 73
  • Collection: Constitution of Modernity, n° 32
  • CLIL theme: 4127 -- SCIENCES HUMAINES ET SOCIALES, LETTRES -- Philosophie -- Philosophie éthique et politique
  • EAN: 9782406127932
  • ISBN: 978-2-406-12793-2
  • ISSN: 2494-7407
  • DOI: 10.48611/isbn.978-2-406-12793-2.p.0063
  • Publisher: Classiques Garnier
  • Online publication: 07-06-2022
  • Language: Spanish
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Los discursos de fidelidad
de Sicilia a Felipe V

Comunicación política en tiempos de guerra
entre dinastías y gobierno extraordinario

En la Monarquía española la fidelidad al monarca constituyó un principio articulador de las relaciones de la corona y los territorios y comunidades con derecho propio que formaban parte de ella, tanto en la reflexión política como en la práctica de gobierno1. El cambio dinástico y la disputa por el trono español entre Habsburgo y Borbones con los que se abrió el siglo XVIII colocaron a los súbditos del difunto Carlos II ante un extraordinario dilema, al poder separar la fidelidad al rey –dinástica– de la fidelidad al reino –a la Monarquía hispánica o incluso aspirar a tener un rey propio, objetivo largamente anhelado por algunos territorios–. No obstante, fueron intereses y lealtades múltiples los que, junto con el devenir del escenario bélico, condicionaron las elecciones políticas de súbditos y territorios durante un conflicto que fue internacional y desde 1705 también civil en los territorios de la Monarquía2. El reino de Sicilia permaneció fiel al compromiso adquirido con el rey Borbón hasta 1713 y ocupó una posición periférica en el teatro bélico europeo que se abrió oficialmente en 1702, lo que no significó que su conjunto social permaneciese ajeno ni a los debates ni a las inquietudes y las tensiones que planteó aquel escenario extraordinario de guerra entre dinastías, de gobierno extraordinario y también de redefinición del ordenamiento político tradicional de la Monarquía católica.

En una contienda que además de bélica fue de plumas y papel, la isla no acogió un “conflitto combattuto a suon di trattati, memorie, manifesti” de 64la intensidad del que hubo en otros territorios3, pero la cuestión de la sucesión, la guerra y la posición del reino ante la disputa entre dinastías, con sus proyectos para el gobierno de la Monarquía, alimentaron la circulación de información y de noticias y el intercambio de opiniones en las ciudades sicilianas4. Además, el avance de la propia contienda y el impacto en los equilibrios internos del gobierno extraordinario amparado en la necesitas impulsado por los Borbones –sobre todo a partir de 1707 cuando Nápoles cayó en manos imperiales tras haber salido los ejércitos franceses de Italia un año antes– dieron lugar a un creciente malestar en las ciudades sicilianas, en cuyos conjuntos sociales se manifestaron muy distintas respuestas que se movieron entre la adhesión y proclamación de su fidelidad al rey Borbón y la resistencia, la protesta, el tumulto y la participación en proyectos de sedición, conectando así en ocasiones intereses y aspiraciones locales con la disputa dinástica y el contexto político internacional. Controlar y movilizar la opinión, el estado de ánimo y la lealtad de las ciudades del reino hacia Felipe V constituyó, de hecho, una preocupación central para el gobierno borbónico en la isla5.

Desde el inicio del reinado se impulsó en la comunicación política un discurso oficial reivindicativo de la fidelidad siciliana a su nuevo soberano y señor natural. Se promovieron así en Palermo, como en otras ciudades sicilianas, ceremonias públicas, religiosas y civiles, y creaciones y representaciones artísticas, musicales y literarias, centradas en la exaltación de la figura de Felipe V, de su casa y de su causa dinásticas y también en la proclamación de la fidelidad de los súbditos sicilianos hacia quien reconocían como nuevo señor natural. La difusión, la publicación y circulación de discursos y sermones, de memoriales, manifiestos, edictos, relaciones de sucesos y otros escritos participaron igualmente de esa dinámica.

Tras estas iniciativas “oficiales”, promovidas por el gobierno virreinal y también por las ciudades, por sus instituciones, corporaciones e incluso por particulares, se moverían muy distintos objetivos e intereses. Las autoridades difundían por esta vía información controlada a la población, a la vez que se hacía presente al rey ausente entre los súbditos, aspirando a generar sentimientos de adhesión a la nueva dinastía, así 65como a movilizar voluntades e impulsar el compromiso de fidelidad y obediencia de la comunidad con el soberano y su causa. Por su parte, la ciudad, institución, corporación o súbdito que promovía y participaba en esas actividades buscaría fomentar una relación privilegiada con el monarca que singularizara y potenciara la propia identidad social y política. Con la propaganda, la movilización social y la representación, esas manifestaciones pudieron funcionar además como marcos desde los que se expresaron tensiones y conflictos, intereses, aspiraciones y reivindicaciones del reino y sus ciudades, articulados esencialmente a partir de la defensa de la indisoluble relación de la fidelidad del reino con el respeto de sus libertades tradicionales, base sobre la que se articulaba su secular vinculación voluntaria con la Monarquía española.

Paradigmáticos a este respecto pueden considerarse el amplio programa festivo organizado en Palermo a principios de febrero de 1711 para celebrar la victoria filipista de Brihuega6 y la publicación por iniciativa del senado de la ciudad de Le simpatie dellallegrezza tra Palermo, capo del Regno di Sicilia, e la Castiglia, regia capitale della cattolica monarchia manifestate nella presente relazione delle massime pompe festive depalermitani per la vittoria ottenuta contro i collegati sù le champagne di Brihuega a 11 decembre 1710 con le forza del dedelissimo braccio decastigliani dalla real maestà di Filippo V, monarca delle Spagne e di Sicilia7. Esta obra, compuesta por Pietro Vitale, secretario del senado palermitano y miembro de la academia filo-española de los Raccesi8, tenía su tema central en la detallada descripción de las celebraciones realizadas en la ciudad9. No obstante, 66el primer capítulo se dedicó a la descripción de los sucesos protagonizados por los ejércitos borbónicos e imperiales en España en los meses previos a la batalla de Brihuega, destacando en la narración el continuo valor del rey Felipe y su firme celo por la defensa de la religión católica, así como la fidelidad y el coraje de los castellanos frente a la “felonía decatalani” y de aquellos de vasallos de Aragón “malcontenti” a quienes “mancò [] la costanza fedele”. En el segundo capítulo el relato se centró ya en Palermo que, representando el sentir de todo el reino, se reconocía como reflejo de Castilla, pues a pesar de “le vicine fellonie di Napoli e di Sardegna”, compartía con esos territorios un destino común, sustentado en la fidelidad de sus respectivos pueblos a su señor natural, Felipe V, quien a cambio les protegía en su fe y defendía frente a sus enemigos.

In tal costanza di cuore, chi può meglio di Palermo assomigliarsi alla fedelissima Castiglia seguendo quella col piede, egli con tutto l´animo l´ombra del suo Re. E chi ha mai partecipato più che Palermo tutto Spagnuolo i colpi della Spagna per il consenso che tiene à quel soglio, la pienezza della sua volontà, della sua dipendenza, del suo ossequio. Cadevano le forze della Monarchia, ed egli languiva ; pessavano i nemici il capo della Ibera grandezza, ed egli si doleva ; sarmavano i Castiglianí, ed egli ne rappresentava imagine col tener armata la cittadinanza ed in guardia le fortezze10.

Palermo encontró en la celebración de las victorias borbónicas una oportunidad para reivindicar la firmeza de su “giurata obligatione ed ubidienza” al rey Borbón, paragonándose con la ejemplar Castilla, cuya tradicional imagen como paradigma de la fidelidad al soberano se había encargado de reforzar la propaganda borbónica, presentándola además como primer pilar en el sostenimiento de la causa de Felipe V contra los imperiales y sus aliados herejes.

Sin embargo, en esa proclamación de la fidelidad palermitana se introdujo un relevante argumento que no solo daba fuerza al leitmotiv del discurso de Le simpatie y de las celebraciones que narraba, sino que los dotaba de una ulterior significación política, pues Palermo no se presentaba solo constante en su fidelidad como Castilla, sino constante aun cuando “la presenza dell Eccellentissimo Signor Marchese di Balbases, Vicerè e Capitan 67Generale del Regno si fosse in questo tempo conferita in Messina”. Esta cuestión ampliaba y también matizaba el objetivo final de la obra con la que no se trataba únicamente de dejar constancia y dar a conocer las expresiones de la alegría palermitana por los triunfos de Felipe V y su firme adhesión a la causa borbónica, sino también de reubicar esa lealtad de Palermo en el marco de consensos con los que tradicionalmente se había regido la relación de la ciudad con la Monarquía española. De ahí que la obra no fuese dedicada al monarca, sino a su alter ego en el reino, el virrey Carlo Filippo A. Spinola Colonna, pues era a él a quien se le planteaba la aspiración –si no la sutil demanda– de que su corte y gobierno retornasen a Palermo, después de tres años de ausencia en Mesina11.

La versión oficial, recogida también en Le simpatie, explicaba ese traslado del marqués de los Balbases en la necesidad de mantener la vigilancia y defensa de la costa oriental siciliana, cuya vulnerabilidad se hizo evidente tras el descubrimiento de una conspiración pro-imperial entre militares españoles en Mesina y Siracusa en el otoño de 1709. Sin embargo, en la raíz de tal decisión, según se trasluce también en los argumentos manejados en el discurso de Vitale, estaba la desconfianza del virrey hacia la lealtad de los palermitanos. Una posición injustificada a los ojos de una ciudad que se había mantenido

immobile tra le danze de nemici, che l´insultano dattorno e di vicino ; persistente tra le scorrerie che l´infestano fin sotto le mura ; in piedi fra le scosse de pericoli, dentro la corrente delle calamitadi, e fra le commozioni di qualunque scomposto malcontento ; sopra tutte le quali opposizioni ha posto il piede fiabile della sua fortissima Fedeltà, assistita, ed armata dal braccio próvido del Senato, dall infrangibile coraggio della sua Nobiltà, dalla veglianza perpetua de suoi Magistrati, dallardentissimo Gremio delle sue Maestranze e Popolo [] ; non trovandofi vanto di Paese, che con maggior verità desideri più tosto la sua distruttione che l´alienatione dal suo Re e dalla Spagnuola Monarchia come Palermo, al di cui fermissimo spirito si specchia e si compone la Sicilia tutta12.

Senado, nobleza, magistrados y pueblo, representado en sus maestranzas, que constituían el cuerpo político y moral de la ciudad y 68cuyo comportamiento guiaba al de todo el reino, proclamaban la firmeza de su fidelidad frente a la presión de enemigos externos y a pesar de alguna conmoción interna promovida por “qualunque scomposto malcontento”, aislado e inidentificado. Una fidelidad que, de hecho, el mismo virrey que había abandonado Palermo, tensionando con ello el tácito acuerdo que vinculaba la lealtad de la ciudad con su posición como sede de la corte y del gobierno virreinales13, había reconocido públicamente muy poco tiempo antes de trasladarse a la ciudad del Estrecho.

Fue el 10 de junio de 1708, en pleno proceso de recomposición de los equilibrios rotos en el contexto de los tumultos que habían convulsionado Palermo desde finales de mayo. En esa ocasión el marqués de los Balbases hizo pública su personal satisfacción por

La inalterabile fedeltà, con la quale la città e popolo di Palermo si ha sempre governato verso i suoi serenissimi padroni, non ha punto mancato di continuarla, a pari de tempi trascorsi, nel presente dominio del nostro glorioso monarca Filippo quinto (che Dio conservi). Che pero conoscendo lecc.mo signore D. Carlo Filippo Antonio Spinola, marchese de los Balvases, duca del Sesto, vicerè e capitan generale per Sua Maestà in questo regno di Sicilia, il gran zelo ed attenzione, la quale tutto il popolo, e specialmente lonorate e nobili maestranze di essa, han manifestato in questultimi giorni per il real servizio del re nostro signore e volendo Sua Eccellenza corrispondere con la sua generosità allattestati damore ed attenzione di questi fedelissimi popoli ed onorate maestranze, che di continuo non lasciano di manifestarli a Sua Eccellenza con la prontezza, che protestano di spargere tutto il sangue per servizio li S. M.14

En esta declaración pública de la fidelidad de Palermo se ratificaba además su íntima relación con los principios de reciprocidad sobre los que tradicionalmente se sustentaba el pacto que vinculaba al reino y la Monarquía15. La fidelidad, el amor y obediencia de los súbditos conllevaban también obligaciones, aunque en un plano distinto, para el monarca y así lo manifestó el virrey en aquella ocasión, al escribir “[] dovendo essi sperare dall´amore e piacevolezza d´un tanto monarca tutte le grazie e beneficii, che dal suo real animo si possono compromettere”.

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Poco después de publicarse este manifiesto, el senado de Palermo remitió un memorial al monarca explicando lo que calificaron como un “disturbo quasi fatale” que en los días previos había amenazado “la tranquilla quiete di questa sua fedelissima città16. Este discurso, con el se ponía oficialmente punto final al proceso de restablecimiento de la concordia ordinum en Palermo tras casi un mes de tensiones, violencia y negociaciones que colocaron a la autoridad virreinal en una posición de suma vulnerabilidad y fragilidad, interpretaba lo sucedido, tal y como había hecho públicamente el virrey días atrás, desde la fidelidad de la ciudad. Según este relato, el pueblo, encarnado en las maestranzas, fue efectivamente el que tomó la iniciativa y trazó los objetivos iniciales de las protestas, pero también tuvo un papel esencial en los procesos de restauración del orden, al controlar al “popolo minuto” y velar junto con caballeros y nobles por la seguridad de la ciudad. Esto y el hecho de que las protestas populares se hubiesen producido en un contexto de “miseria universale” y “pesi intolerabili”, movidas por el “timore” y el “zelo” de los palermitanos ante unas iniciativas gubernamentales que amenazaban no solo la integridad de sus patrimonios y familias, sino también los recursos de la ciudad y las tradicionales prerrogativas populares en su defensa, exoneraban, según el parecer del senado, al pueblo de cualquier indicio de haber sido desobedientes o de haber lesionado su compromiso de fidelidad con su señor natural. Lo mismo habría ocurrido incluso con los responsables de los actos que implicaron asaltos, robos, muertes y otras violencias, achacados a una indefinida masa de la “bassa plebe” que, a pesar de su comportamiento furioso y violento, “nè anche su la bocca indiscreta di qualche plebeo fiatata voce alcuna contro la gloria ed ubidienza di V.M., o poco rispettosa al gobernante che le sue veci sostiene”. Se responsabilizaba, por fin, a unos difusos “malcontenti” y “disturbatori della quiete” de haber difundido falsas noticias y rumores con oscuras intenciones que no eran explicitadas en el documento y cuyos malos efectos se consideraron resarcidos con la pública ejecución de un “malcontento” capturado por las maestranzas tras haber difundido “parole di disturbo”. En el memorial nobleza y caballeros, particularmente aquellos vinculados al senado, se reivindicaban como primeros garantes del orden y la estabilidad política de la “patria”, que entendía aquí como la propia ciudad, pero también como el conjunto de la comunidad siciliana con sus leyes, instituciones, 70costumbres y privilegios particulares por los que velaban. El papel de la nobleza se presentaba así central para la “tranquillità della capitale, dal cui stato e moto può dipendere la quiete o movimenti di tutte le città minori del regno”. Al fin, la cooperación de nobleza y maestranzas con “la prudentissima intelligenza” y “ammirabile destrezza del marchese di Balvases” en su “grande attività e prudenza”, habrían sido los artífices del cierre no solo de “i disturbi, ma le opinioni ed ogni sinistro pensiero” que pudiese haber habido en la ciudad.

Discursos como estos, articulados con valores y argumentos propios de la cultura política barroca17, se constituían como herramientas en la comunicación política de la ciudad, participando de procesos de negociación abiertos con la autoridad regia. En el memorial redactado por el senado palermitano en 1708, el conflicto y las tensiones en la ciudad, expresados en forma de inquietudes y tumultos populares, se explicaron como reacciones contra el mal gobierno y de acuerdo con los argumentos de resistencia lícita en “difesa della vita, dei beni, dellonore della comunita” bien asentados en ciertos ámbitos de literatura jurídico-política de la época moderna18. Una reacción que reivindicaban, por tanto, sin ulteriores implicaciones políticas que hubiesen podido lesionar el compromiso de fidelidad de la ciudad. De ahí que el relato oscureciera o minusvalorara la existencia en el seno de la comunidad tumultuada de otras iniciativas de naturaleza política, también conectadas con las opciones alternativas o contrarias al dominio borbónico, reduciendo esas iniciativas sediciosas, cuando se identificaron, a actos minoritarios y aislados y siempre ajenos a los cuerpos con representación y responsabilidad política de la ciudad.

La gestión gubernamental de aquella situación grave y compleja que en la corte francesa fue calificada como una “sédition19, privilegió 71inicialmente la línea política de la prudencia, la concesión y el disimulo, fórmula bien asentada en la práctica de gobierno de la Monarquía Católica20 y condicionada por el objetivo de la conservación, es decir, restaurar el orden y evitar así que la fuerza de las protestas y el descontento pudiesen derivar en un conflicto de mayor calado político con capacidad incluso para insertarlo en la disputa bélica internacional y amenazar así el dominio borbónico del reino. La crisis colocó en una situación extremadamente comprometida a la autoridad virreinal, pero se resolvió sin aparentes repercusiones políticas para la ciudad, cerrándose a finales de junio con celebraciones y manifestaciones de la lealtad de la ciudad al monarca y de adhesión al gobierno virreinal del marqués de los Balbases.

Sin embargo, un año después de los tumultos el virrey había abandonado Palermo, en una decisión cuyo “vero motivo”, según el marqués de Villabianca, coetáneo a los sucesos que relató en su Diario e narrazione istorica de tumulti,

venne dallordine di Sua Maestà (Dio guardi), la quale volle mortificare il popolo palermitano con la privazione della persona del suo rappresentante e farli patire lincomidi e pregiudizii che suol cagionare la lontananza della corte e del vicerè in pena delli torbidi ed alterazioni seguite21.

Ya hubiese sido consecuencia de una disposición regia, como planteaba el noble palermitano, o fruto de una decisión personal del virrey, motivada por razones de desconfianza y seguridad personal y por interés en la defensa del oriente de la isla, como explicó en su momento Spinola22, el gobierno español parecía continuar utilizando a su favor la antigua rivalidad entre las dos principales ciudades de la isla, fuertemente revitalizada, de hecho, tras el acceso de los Borbones al trono23. La ausencia 72virreinal de Palermo y el hecho de que el virrey gobernase desde Mesina por vías ejecutivas, asistido por una junta de dos ministros y un consultor y marginando a las altas instituciones del reino ubicadas en la capital, alteraba profundamente los equilibrios establecidos en el funcionamiento ordinario político y de gobierno de Sicilia, en perjuicio particularmente de Palermo y sus élites, nobles y togadas. Se pudo pues interpretar que la ciudad, a pesar de haber obtenido un reconocimiento público de su fidelidad tras los tumultos de 1708, acababa siendo castigada.

En esa clave podría leerse la eufórica proclamación de la constancia palermitana ofrecida en los actos públicos que se organizaron en febrero de 1711 y fueron recogidos luego en Le simpatie. Con ellos se ponía de manifiesto el leal comportamiento palermitano que evidenciaba a la vez la injustificada e injusta ausencia virreinal. En cierto modo, la reivindicación palermitana podría haber sido al mismo tiempo una advertencia para las autoridades de la Monarquía filipista, puesto que la alteración unilateral de los términos por los que se había articulado su relación contractual y pactista con la Monarquía española, podría afectar a la constancia de la tradicional fidelidad al rey de su capital y con ella la de las demás ciudades del reino que seguirían su ejemplo. La trama anti-borbónica desarticulada en julio de ese mismo año de 1711, encabezada por miembros de las maestranzas palermitanas, pero con implicaciones más amplias en el conjunto social de la ciudad, podría considerarse expresión de la radicalización de ese proceso de negociación entre ciertos sectores de la comunidad palermitana, que en los casos más extremos habrían optado incluso por colocar sus aspiraciones en el ámbito de la rebelión, rompiendo su compromiso de fidelidad con el rey Borbón para ofrecérselo a Carlos III, el otro monarca de la Monarquía hispánica24.

Señalaba F. Benigno, tratando de revueltas, comunicación y política en la Sicilia moderna, que las llamadas fuentes históricas (diarios, relaciones, cartas, narraciones…) no son ni un accesorio sin influencia de los acontecimientos, ni el relato de lo que realmente ocurrió, sino elementos constitutivos de la realidad que servían para establecer “el significado de lo que ocurrió, para poner en dificultad a los adversarios, para legitimar o invalidar, para modificar los acontecimientos y para afirmar principios ideológicos”25. En este trabajo se han analizado cómo 73los discursos dedicados a la proclamación de la fidelidad de los súbditos sicilianos al soberano Borbón funcionaron, más allá de su finalidad propagandística, como marcos para plantear discursos paralelos en la comunicación política con el monarca. Esos discursos, fundamentados en los valores y principios que configuraban la cultura política de sus protagonistas y promotores, constituyeron así medios de expresión de las tensiones, resistencias y negociaciones planteadas en las relaciones reino-monarquía en un contexto extraordinario de guerra, de fracturas políticas y sociales y, sobre todo, en el que parecía abandonarse definitivamente el tradicional estilo de gobierno pactista que había caracterizado a la Monarquía desde mucho tiempo atrás26.

Marina Torres Arce

Universidad de Cantabria

1 *Investigación realizada en el marco de los Proyectos : MCIU/AEI/FEDER, UE, Gobernanza, Conflicto y Construcción de Cultura Política, PGC2018-093841-B-C32, y RESISTANCE : Rebellion and Resistance in the Iberian Empires, 16th-19th centuries, H2020-MSCA-RISE-2017. Gil Pujol, 2009 y 2004 ; Arrieta, 2004 ; Dedieu, 2004 ; Valladares, 2015 ; Villari, 1994 ; Elliott, 2010.

2 Albareda, 2010.

3 Gallo, 2017 ; González Mezquita, 2014 ; González Cruz, 2002 y 2009.

4 Torres Arce, 2015 y 2019.

5 Ligresti, 2007 y 2008 ; Álvarez-Ossorio, 2007 y 2004 ; Torres Arce, 2015, 2017a y 2017b ; Gallo, 2001 y 2003 ; Sánchez Márquez, 2011 ; Messina, 1986.

6 De orden del virrey se había formado y publicado antes una relación sobre esas victorias borbónicas que sería difundida por las ciudades de la isla. Se remitieron 24 copias al presidente del Tribunal de la Gran Corte en Palermo, “para que las reparta como mejor le pareciere”, y que así en la ciudad “tengan inteligencia de las circunstancias de estos buenos sucesos y se confirmen en la constancia de la fidelidad”. Archivio di Stato de Palermo, Real Segreteria, Diversi di Palermo, 345, Mesina 23/1/1711, Mesina 27/1/1711.

7 Le simpatie dellallegrezza tra Palermo, capo del Regno di Sicilia, e la Castiglia, regia capitale della cattolica monarchia, Palermo, Stamperia del palazzo senatorio di Agostino Epiro e Forte, 1711.

8 La academia instaurada en 1622 por el virrey Emmanuele Filiberto príncipe de Saboya, parece que fue reactivada en 1701 por iniciativa de José Fernández de Medrano, presidente entonces del Consistorio de Palermo, con la publicación Invito ai signori Accademici Riaccesi di Palermo a ritornare agli studi poetici da loro con tanta gloria esercitati, per il motivo di aver successo alla monarchia della Spagna, e delluna e laltra Sicilia lAugustissimo Filippo V, Palermo, Domenico Cortese, 1701.

9 El texto se ocupó de recoger numerosas composiciones poéticas, serenatas, sonetos, bandos y edictos publicados en torno a las celebraciones, así como de detallar las ceremonias y actos celebrados, las máquinas y carrozas utilizados y describir cómo se transformó la ciudad, sus iglesias, los palacios y las casas de particulares, sus calles, plazas y barrios, por iniciativa no solo del senado y del arzobispo palermitanos, sino también de representantes del mundo institucional religioso, miliar y cívico de la ciudad, de la principal nobleza y caballeros, así como de algunas de sus maestranzas.

10 Le simpatie, p. 7-8.

11 En la publicación se incluyó, de hecho, una carta remitida desde la secretaría de Estado y Guerra del virrey al pretor de Palermo el mismo febrero de 1711 en la que se afirmaba el deseo del marqués de los Balbases de restituirse a la capital, sabedor de “la particular atención que le profesan esos naturales”, si bien posponía la decisión hasta que se lo permitan “algunas providencias precisas del servicio de Su Majestad”. Le simpatie, p. 111.

12 Le simpatie, p. 7-8.

13 Benigno, 2007, p. 31-33 ; Torres Arce, 2016.

14 Antonino Mongitore, Diario palermitano delle cose più memorabili accadute nella città di Palermo dal 13 gennaio 1705 al 27 dicembre 1719, en Gioachinno di Marzo (ed.), Diari della città di Palermo dal secolo XVI al XIX, Palermo, Luigi Pedone Lauriel, 1871, vol. 8, p. 67-68.

15 Benigno, 2011a, p. 147-163 ; Benigno, 2011b.

16 Mongitore, Diario palermitano, p. 73-79.

17 Villari, 2010, p. 5-31.

18 De Benedictis, 2013b y 2014 ; Gil Pujol, 2009.

19 Archives du Ministère des Affaires Étrangères de France, La Courneuve, Section Correspondance politique-Espagne, 180, f. 257r, 02/07/1708. Igualmente lo definió en tales términos el marqués de San Felipe en sus Comentarios a la guerra de España e historia de su rey Felipe V, el animoso, ed. Carlos Seco Serrano, Madrid, BAC, 1957, t. XCIX, p. 148. Ninguno de los cronistas palermitanos, coetáneos a esos acontecimientos y posteriores, que refirieron esos acontecimientos los definieron así, aun cuando reconocieron con más o menos claridad iniciativas sediciosas promovidas en en el contexto de los tumultos. Por ejemplo : Giovanni Battista Caruso, Memorie Storiche di quanto è accaduto in Sicilia dal tempo de´suoi primieri abitatori sino alla coronazione del rè Vittorio Amedeo, Palermo, Francesco Valenza, 1745, parte 3, vol. 2, Libro X, p. 272-275. Giovanni Evangelista di Blasi, Storia cronológica dei vicerè, luogotenenti e presidenti del regno di Sicilia, Palermo, Oretea, 1842, p. 453-467. Pietro Lanza, Principe di Scordia, Considerazioni sulla Storia di Sicilia dal 1532 al 1789, Palermo, Antonio Muratori, 1836, p. 200-204. El catanés Vito Amico habla de “sedizioni” del pueblo de Palermo en Storia di Sicilia dal 1556 al 1750, Palermo, Antonio Muratori, 1836, Libro V, cap. II, p. 153-156.

20 Gil Pujol, 2016 ; Gelabert, 2002 ; Ribot, 2002b y 2015.

21 Diario e narrazione istorica de´tumultu successi nella città di Palermo nel governo dell´eccmo signor marchese de los Valvases, cominciati li 25 maggio 1708 ; scritta da Benedetto Emanuele e Vanni, marchese di Villabianca, signore del castello di Mazzara e della baronia della Merca, en Gioachinno di Marzo (ed.), Diari della città di Palermo dal secolo XVI al XIX, Palermo, Luigi Pedone Lauriel, 1872, vol. 10, p. 217.

22 Archivo General de Simancas, Estado, Leg. 6119, Mesina 12/12/1711.

23 Torres Arce, 2016 ; Benigno, 1990.

24 Torres Arce, 2015 y 2016.

25 Benigno, 2017, p. 100-101.

26 Iñurritegui, 2001 y 2008.